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¿Cómo responde nuestro cuerpo a la radiación? Una pista está en el lenguaje oculto del ADN

La radiación no solo daña el ADN: también modifica la manera en que nuestras células “leen” esa información. Un nuevo estudio liderado por investigadores del INN (CNEA–CONICET) revela cómo el splicing alternativo —un proceso clave para generar diferentes versiones de proteínas— se ve afectado por la radiación ionizante, abriendo nuevas posibilidades para mejorar los tratamientos oncológicos y detectar radiosensibilidad en pacientes.


Cuando pensamos en los efectos de la radiación —como la que se usa en radioterapia o la que emiten ciertos materiales— solemos imaginar daño al ADN, mutaciones o enfermedades complejas. Pero la ciencia nos muestra que los efectos pueden ser mucho más sutiles y sorprendentes. Un nuevo estudio revela que la radiación también afecta una parte poco conocida, aunque fundamental, de nuestro lenguaje genético: el splicing alternativo.

¿Qué es el splicing alternativo?

Imaginemos al ADN como un libro lleno de instrucciones para construir proteínas, las piezas que hacen funcionar nuestro cuerpo. Pero esas instrucciones no se leen de forma lineal ni fija. Gracias al splicing alternativo, una célula puede “editar” esas instrucciones y crear distintas versiones de una misma proteína, según sus necesidades. Es como si con un solo párrafo del libro se pudieran escribir varios finales distintos.

Este mecanismo permite que un mismo gen dé lugar a proteínas con funciones diferentes. Es clave para el desarrollo, la adaptación celular y también para responder a situaciones de estrés, como la exposición a radiación.

Radiación que cambia mensajes genéticos

La investigadora Irene Ibañez, del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (INN, CNEA-CONICET), es parte del equipo que revisó en profundidad este fenómeno. “El artículo es una revisión bibliográfica de todo lo que se investigó hasta la fecha sobre splicing alternativo en células expuestas a radiaciones ionizantes”, explica.

Este tipo de radiación, como la que se utiliza en rayos X o en tratamientos oncológicos, no solo daña directamente el ADN, sino que modifica la forma en que se interpreta, alterando el proceso de splicing y generando nuevas variantes proteicas. Estas nuevas versiones pueden estar involucradas en la reparación del ADN, el control del ciclo celular o incluso en la muerte celular programada, funciones clave para el equilibrio del organismo.

Investigación argentina con impacto

El grupo de investigación que integra la Dra. Ibañez trabaja activamente en esta línea. “Actualmente, junto a la Dra. Perona dirigimos un proyecto PICT para identificar biomarcadores predictivos de radiosensibilidad en pacientes oncológicos mediante secuenciación de última generación”, cuenta. Esta iniciativa se basa en estudios previos como la tesis doctoral de Luisa Biolatti, que derivó en una publicación sobre genes diferencialmente expresados como respuesta a la radiación.

Además, co-dirige, junto al Dr. Bellora, la tesis doctoral de Jerónimo Leberle, becario de CONICET y primer autor del artículo. “Su trabajo se centra en el estudio de eventos de splicing alternativo inducidos por radiación y su asociación con la radiosensibilidad”, señala. Estos análisis se están llevando a cabo en muestras de leucocitos irradiados y en pacientes oncológicos que reciben radioterapia.

¿Por qué es tan importante?

Uno de los mayores desafíos de la radioterapia es que no todos los pacientes responden igual. “Los efectos adversos indeseados condicionan tanto el resultado del tratamiento como la calidad de vida. Por eso, disponer de un ensayo predictivo de radiosensibilidad permitiría identificar a quienes tienen mayor riesgo de sufrir reacciones secundarias graves”, explica la investigadora. Esta información podría ayudar a ajustar los tratamientos y tomar decisiones clínicas más seguras.

Sin embargo, aún no existe un ensayo clínico de rutina para predecir estas respuestas. El objetivo es lograrlo a través del análisis de diferencias en la expresión génica —incluido el splicing alternativo— entre pacientes sensibles y normo-respondedores.

Un campo con muchos desafíos

Estudiar el splicing alternativo no es sencillo. “Las variantes de splicing son dependientes del tejido y tienen funciones específicas temporales y espaciales, incluso en condiciones normales”, señala Ibañez. Esto, sumado a la variabilidad entre individuos y a limitaciones técnicas como la profundidad de secuenciación o la detección de isoformas no anotadas, convierte al análisis en una tarea compleja. “Además, las herramientas bioinformáticas actuales pueden sobreestimar la cantidad de eventos de splicing alternativo”, agrega.

Por eso, este tipo de estudios son aún poco explorados, incluso a nivel internacional. “El proyecto que desarrollamos es novedoso para nuestro país y representa una oportunidad valiosa para avanzar en esta línea”, destaca.

 

Fuente: “Alternative splicing in human cells exposed to ionizing radiation: a comprehensive review of ex vivo and in vivo studies”.
https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/09553002.2025.2505524#abstract